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¿ES LA LECHE REALMENTE BUENA?

¿ES LA LECHE REALMENTE BUENA?
Actualmente, se están dando muchos casos en los que los productos lácteos están dando problemas de salud, muchos de ellos debidos fundamentalmente a la lactosa, de la que tanto hemos oído hablar. Se trata de intolerancias o alergias provocadas por la misma. Sin embargo, la leche no está compuesta únicamente de lactosa, también incluye una proteína que se llama caseína, y esta proteína también puede ocasionar desajustes y problemas de salud.
 
El siguiente artículo ha sido elaborado a partir del vídeo de Miguel Ángel Ruiz del día 8 de febrero de 2018. Puedes ver el vídeo si pinchas en el siguiente enlace: https://youtu.be/lnaoeoLPliA
Son muchas las personas que cuando toman leche, yogures o queso, padecen una serie de síntomas o reacciones en su cuerpo, lo que los lleva a realizarse pruebas de lactosa. Sin embargo, estas pruebas dan negativo, entonces, ¿por qué les sientan mal los productos lácteos?
Me gustaría explicar esto de una forma clara y sencilla:
Las personas, al igual que ocurre con cualquier otro ser vivo, necesitamos digerir los alimentos. Si una persona tratara de introducir los alimentos directamente por la vena, se moriría ya que el alimento debe procesarse previamente, es decir, debe pasar primero por el aparato digestivo para transformarse en algo que el organismo sea capaz de asimilar, llevando a la sangre los nutrientes que posteriormente serán enviados a las células.
Todo este proceso tiene lugar en el intestino, por eso, ¿qué ocurre si nuestro intestino está deteriorado?, ¿qué sucede si no está preparado, o si tiene un exceso de permeabilidad? El alimento no va a ser digerido adecuadamente y va a pasar directamente a la sangre, lo que va a producir unos síntomas, unas reacciones o unos problemas de salud, que rápidamente serán considerados enfermedades, aunque no lo son, ya que la causa está en la entrada de alimento directamente a la sangre.
La caseína, nociva para el organismo
Como hemos mencionado con anterioridad, la caseína es la proteína de los lácteos; es un péptido, algo similar a un opiáceo, que, al entrar en la sangre, es transformado por el hígado en morfina. Por eso, cuando nos hacemos un análisis de orina, podemos encontrar restos en forma de moléculas, que son conocidas como casomorfinas.
Al igual que ocurre cuando una persona introduce morfina en su sangre, la caseína va a provocar una serie de síntomas en la persona, que la harán estar alterada, nerviosa, cansada, hiperactiva…
Caramelos y dulces con excesiva azúcar
El problema se origina desde la infancia
Estamos habituados, desde muy pequeños, a tomar mucha leche, mucho queso y muchos yogures, por lo que introducimos en nuestro organismo, grandes cantidades de caseína durante años. Actualmente, los niños pequeños no llevan una alimentación adecuada: consumen muchos azúcares, en forma de golosinas o de bollería; muchas harinas y productos procesados…
No están consumiendo alimentos que realmente les aporten nutrientes, y los problemas se originan en este punto. Por este motivo, el intestino comienza a dañarse, a permeabilizarse, provocando que muchas sustancias tóxicas y nocivas, pasen a la sangre.
Toda esta sintomatología va a producir en un niño hiperactividad, nerviosismo u otro tipo de alteraciones, que serán diagnosticadas erróneamente como problemas mentales, o como síndromes de mala atención o de conducta. Nada más lejos de la realidad, ese niño lo que tiene es un problema intestinal.
A partir de ese diagnóstico equivocado, el niño no sólo será tratado con un tratamiento psiquiátrico que no necesita, sino que, además, su problema no se va solucionar, porque como hemos explicado, el origen del mismo está en el intestino, y la causante es la caseína. En resumidas cuentas, el niño continuará con los síntomas derivados de la caseína, con un intestino cada vez más deteriorado, y al mismo tiempo se enfrentará a los problemas que a largo plazo le provocará la ingesta de los medicamentos psiquiátricos que estará consumiendo sin necesidad.
Espero que, con estos datos, muchos padres se conciencien sobre los lácteos, y tengan en cuenta todas las posibilidades antes de que a sus hijos los diagnostiquen erróneamente un problema psiquiátrico.
Por último, me gustaría recordar que los niños no son los únicos que pueden ser sensibles a la caseína; cualquier persona puede serlo, y es importante que lo tengamos muy en cuenta.