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NATUROPATÍA Y EVIDENCIAS CIENTÍFICAS

NATUROPATÍA Y EVIDENCIAS CIENTÍFICAS
Una injusta acusación se cierne sobre las medicinas históricas y la Naturopatía en general. Se dice que no está demostrado su carácter científico por carecer de evidencias o documentos oficiales suficientes que acrediten su capacidad para favorecer la salud de los individuos.
 
Para empezar, esto​ ​NO​ ​es​ ​cierto​; a lo largo de las historia​ ​se​ ​han​ ​recopilado multitud​ ​de​ ​evidencias​ ​que​ ​demuestran​ ​la​ ​funcionalidad​ ​de​ ​multitud​ ​de​ ​métodos históricos​ ​y​ ​naturales​. No voy a profundizar más en este aspecto concreto, ya que el tema es abordado en su totalidad en el siguiente artículo. Sin embargo, esta situación me sirve de vehículo para el argumento que voy a exponer a continuación.
Estamos en la era de exigir diplomas, sellos de garantía, certificados de todo tipo y evidencias científicas para que nos demuestren la validez de las cosas, o nos garanticen su fiabilidad. ¿Qué queremos decir realmente cuando hablamos de evidencias científicas? ¿Una evidencia científica implica como condición “sine qua non” el presentar un documento acreditativo?
¿Cuándo un fenómeno natural que se ha demostrado invariable por trayectoria histórica, no tiene un documento “oficial” que certifique su carácter científico, significa que no es válido?
Las teorías, las suposiciones, las cosas que no son visibles a priori o no están suficientemente experimentadas, necesitan certificado. Pero hay ciertas cosas que no lo necesitan.
Existen fenómenos de causa y efecto tan sencillos, tan flagrantes, tan invariables a través de la trayectoria temporal, que se asumen como válidos sin necesitar ningún otro tipo de validación y no hacen falta más pruebas. Son evidentes en sí mismos y por ello forman parte​ ​de​ ​la​ ​ “sabiduría​ ​popular”.
Ejemplos de sabiduría popular:
  • Un baño ligero de luz del sol es energético y beneficioso para la salud.
  • Tomar aire puro en sitios no contaminados nos oxigena y nos renueva.
  • Dar cariño a una persona enferma acelera su proceso de recuperación.
  • Las comidas ligeras son beneficiosas cuando una persona está enferma y no tiene apetito.
  • Los alimentos fritos y los productos procesados no son buenos para la salud.
  • El calor aplicado en zonas muy congestionadas o doloridas ayuda a drenar y calmar debido al calentamiento del cuerpo.
  • Un organismo falto de minerales se sentirá decaído, y cuando le proporcionas los minerales que necesita se recuperará.
Estos son consejos históricos y simples, que cualquiera puede dar sin necesidad de aportar un título en medicina, y sin necesidad de aportar evidencias científicas. ¡Y no por ello son menos valiosos! Los remedios caseros de toda la vida nunca han tenido ni necesitado validaciones ni estudios extras, porque su propia funcionalidad validada generación tras generación ya era en sí misma una evidencia.
Tabla de antibióticos naturales, como el ajo, la cebolla o la menta
Está bien realizar estudios para comprobar eficacias y funcionalidades, pero tampoco podemos llegar al punto de volvernos unos esclavos de los formalismos, porque entonces, dejamos de ser personas con raciocinio para convertirnos en esclavos de un sistema hermético y esclavizador.
No debemos menospreciar el poder de las cosas simples. Los consejos de las madres y las abuelas todavía tienen vigencia en la mayoría de los casos. Hay preparados naturales que las amas de casa han elaborado toda la vida para los suyos, que son conocidos por sus propiedades para paliar muchas condiciones. Las mismas madres son los médicos de sus hijos y de sus allegados desde épocas antiguas. Ellas, con su pericia, tienen la capacidad de curar.
No vamos a delegar todo el poder curativo a las madres, padres y abuelos, pero por favor, tampoco les pidamos un diploma en medicina para poder ejercer la sanación básica basada en experiencia demostrada, en la intuición, y en las leyes naturales evidentes.
La sanación debe tener practicantes preparados, pero no es propiedad de los médicos únicamente; también puede practicarse con acciones simples, con acciones lógicas, con racionalidad.
¿Te imaginas a un padre o una madre teniendo que tener un diploma para poder ejercer como padres? Por suerte aún no se exige ningún diploma para ello. Si algún día llegamos al punto de exigir documentos que lo certifiquen absolutamente todo, habremos llegado a las puertas de una sociedad tirana y devastadoramente robótica.
En nuestro caso, la intransigencia con las medicinas históricas, la exigencia de formalismos y la negación de las pruebas científicas ya existentes, son solo parte de la estrategia que pretende “tumbar” las prácticas medicinales tradicionales, muchas de las cuales han sido originadas por los grandes naturópatas de la historia (Hipócrates, Paracelso, Galeno, Ibn Sina...)